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Quito me recibe lloviendo…y silenciosa


Vista de Quito de noche.
  
Es domingo por la tarde, son las 19:00 mientras veo el telediario después de trabajar, limpiarme el correo después de esta semana en Lima sin poder hacerlo, revisar la ubicación y el contexto de mis reuniones de mañana y pensar unas cuantas veces si subir al gimnasio, finalmente decido que no y me quedo escribiendo esto antes de bajar a cenar algo a un italiano junto al hotel, la zona tiene oferta pero muy poca luz…
Antes de seguir con Quito, hablemos del fin de semana que Lima.
El viernes fuimos a comer a un sitio muy recomendable, llamado Madame Tusan, un restaurante chino (Chifa le llaman en Lima y supongo que en más lugares) que pertenece al emporio de Gastón Acurio, fuimos Sebastián, Manolo, Antonio y yo, para rematar tomamos de postre una pizza de pera y queso azul en una pizzería cercana, muy buena, si señor y muy original el sabor de la pera con el queso.
Por la tarde noche, fuimos a tomar un “trago” y después a cenar cerca de Larco, todo perfecto, probamos varias cosas nuevas aprovechando que paramos por casualidad en un sitio de esos de hora feliz (2x1) que lo malo es que te lo dan de golpe todo y lo bueno es que la hora feliz dura hasta las 3:00 de la mañana, por aquello de las demoras supongo.
De hora feliz, lo rojo es Fresa Sour, regularcillo, la verdad...

El sábado lo pasé sólo porque Antonio y Mao tenían una excursión apalabrada desde hace tiempo a la península de Paracas, me pude apuntar pero no me apetecía mucho el madrugón (Salían a las 4:00 de la mañana) ni la paliza, al final yo me quedé despierto cuando se fueron y anduve más de 3 horas por Lima.
Ellos se lo pasaron de maravilla, recorriendo mar y dunas del desierto, parando en un oasis y viendo muchos animalitos (sí, he dicho desierto, Lima, es la segunda ciudad de desierto más grande del mundo, la primera es el Cairo, ¿he contado ya esto? posiblemente porque Sebastián me lo ha contado ya un par de veces…)
Yo estuve en el mercado Inka, comprando cosillas, después viendo el fútbol  y después de comer, al Wong y a tomarme un Pisco Sour de despedida, después a esperar a los compañeros.
De despedida...

Hoy ha sido día de viaje, a las 8:30 me esperaba un taxi para llevarme al aeropuerto, ya en Quito, día extraño, más sólo que la una y en domingo…deseando que sea ya mañana por la mañana para arrancar con la agenda y que veamos que se cuenta este mercado que tanto defiendo y esta ciudad que está tan, tan alta.
El tatuaje del taxista que me ha traído al hotel en Quito, un poco pandillero...
Pero sin nuestro GPS no hubiésemos llegado.

Viniendo en el taxi, he visto una pintada muy grande que decía, “Las paredes son la voz de la ciudad”, pues esta ciudad, hoy está sorda como una tapia…
Una botella de aceite Carbonell, casi 40 S/. Calculen...
Otra vez a hacer la maleta.
El famoso Wong del Óvalo Gutiérrez.

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